Opinión | Replantear la salud mental


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mitad de las enfermedades mentales se generan a partir de los 14 años. La depresión y psicopatologías más específicas (trastorno afectivo bipolar, esquizofrenia, entre otros), comprenden la mayoría de los diagnósticos.

Así mismo, una de las críticas sobre la salud mental ha sido el punto de referencia para abordar dichos conflictos. Empezando desde posiciones deterministas en lo biológico como punto principal; así como, el descuido de los factores extrínsecos que detonan el malestar mental.

La salud mental aún está mal abordada

Un aspecto importante en la reflexión de la salud mental es el comprender que esto no es exclusivo de la mente como aspecto aislado al cuerpo y al entorno. Justo es la interrelación negativa de estos para que se puedan originar los malestares.

Es decir, el individuo no se enferma por sí mismo, sino que es efecto negativo tanto de factores intrínsecos y extrínsecos (multifactoriales en sí), los cuales son dinámicos. Pero, que responden de acuerdo a una trama histórica, así como a los recursos personales.

Sin embargo, aún en esta época, la posición para estudiar los problemas mentales ha sido desde una biología determinista. La cual no es otra cosa que el solo considerar tanto el nivel neuronal y neuroquímico como causa de los problemas mentales.

Esto supone que, a pesar del lugar (entorno, ecosistema, sociedad, etc.) en el que se esté, los problemas mentales son generados por las mismas variables (cambios en los neurotransmisores, daños cerebrales específicos, deterioro orgánico, etc.).

Esto genera un problema al momento de pensar sobre la verdadera dimensión del malestar, así como el tratamiento específico que, a pesar de ser estandarizado para ciertas variables, los resultados pueden ser tan distintos. Ya que se atiende solamente al órgano y no al sujeto que padece el malestar.

Los problemas mentales no solo son cerebro

Con respecto a lo anterior, surge el hecho de que los problemas mentales no solo son el órgano en conflicto, sino el sujeto que lo padece.

Si bien se pensaría que si hay un determinismo biológico, la otra cara de la moneda sería el determinismo social. Pero igual es una posición errada. Ya que, al momento de pensar su tratamiento, se caería en el error de pensar que todo es social.

Así pues, lo que se tiene que considerar para el abordaje es lo que se ha señalado anteriormente. El ver el malestar mental como una interrelación negativa entre variables multifactoriales que están tanto en el órgano, sujeto y entorno; sin olvidar que además son dinámicas. Es decir, que son referenciales tanto al lugar en el que se esté, así como de la trama histórica. Y que opera desde distintos niveles tanto en lo individual, lo estructural, lo sistémico y comunitario. 

Lo multifactorial no es incierto

Quizás, como resistencia, se puede pensar que el considerar lo multifactorial supone una pérdida de control sobre las variables que pueden generar el malestar mental. No obstante, es una percepción errónea que deriva de la necesidad de cuantificar todo.

Así mismo, se podría decir que se perdería lo ‘enriquecedor’ de las descripciones. Que, sin embargo, se valen más de ambigüedades que imposibilitan el trabajo interdisciplinario de la salud mental.

No obstante, lo multifactorial tiene una posición importante para el abordaje de la salud mental, ya que permite la comprensión de los malestares mentales desde una perspectiva biopsicosocial dinámica.

Y, sin embargo, aún falta el abordaje en los niveles, ya que hasta ahora se centra, principalmente, en lo individual.

La salud mental no debe ser atendido solo en lo individual

Así pues las psicopatologías pueden abordarse desde  el ya sobre exigido nivel individual hasta el comunitario, este último a través de ser, los profesionales de la salud mental, facilitadores que den lugar al empoderamiento (como diría Montero).

No obstante, diversos factores impiden la implementación y desarrollo para el atender la salud mental de la población a niveles distintos de los grupales e individuales. Desde falta de apoyo y recursos económicos, hasta falta de políticas públicas que garanticen la salud mental de los ciudadanos. Las cuales van desde reformas en lo económico, en político y en lo social.

Pero, para llegar a ello, primero es importante el reflexionar y replantear el rol del profesional de la salud mental y su ejercicio en la sociedad.

Así como también el repensar como sociedad, el cómo se visualiza tanto la salud mental, los malestares, las anomalías y los efectos que de ello derivan.

Referencias

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